martes, 7 de junio de 2011

Tensión en Alemania por la crisis de la bacteria.

e.coli investigadores
© AFP
Los investigadores del Robert Koch revisan la plantación que había sido identificada como la fuente
En los lugares donde se difundió la bacteria de Escherichia coli se habían comido brotes de soja. Todos los indicios parecían concluyentes. Sin embargo, ayer, las primeras pruebas de laboratorio no respaldaron esas sospechas, lo que incrementó las críticas opositoras por el mal manejo de la crisis sanitaria que ya causó la muerte de 22 personas.

Tras un auténtico trabajo de detectives durante el fin de semana, se había individualizado como posible origen de la bacteria intestinal un emprendimiento agrario en la localidad de Bienenbüttel, en el estado federado norteño de Baja Sajonia, donde se procesaban y distribuían brotes de soja.

La empresa, que fue cerrada preventivamente para efectuar los análisis, estaba conectada con un restaurante de la ciudad de Lübeck donde habían comido 17 personas que luego cayeron víctimas de la infección. Asimismo, un hilo conductor ponía en relación la empresa con Hamburgo, foco geográfico de la emergencia.

Sin embargo, ayer por la tarde se dio a conocer que en ninguna de las 23 pruebas realizadas en los alimentos procedentes de Bienenbüttel se encontró traza de la bacteria intestinal E. coli . "No puedo entender cómo los procesos que tenemos aquí y las acusaciones podrían encajar", dijo Klaus Verbeck, director del establecimiento de Bienenbüttel.

Fue una referencia a que la toxina que produce la cepa de E. coli hallada en el brote es conocida por esconderse en los intestinos de las vacas y se transmite a través de heces, comida o agua contaminada. "Los brotes de ensalada crecen sólo a partir de semillas y agua, y no se fertilizan en absoluto. Tampoco se utiliza ningún fertilizante animal en otras zonas de la granja", declaró.

Horas antes, en una actitud que pareció prenunciar los resultados desfavorables de los estudios sanitarios, el ministro de Salud de Baja Sajonia, Daniel Bahr, del Partido Liberal Demócrata (FDP), y el presidente de la Oficina Federal para la Evaluación de Riesgos (BFR, por sus siglas en alemán), Andreas Hensel, habían pedido evitar conclusiones rápidas.

Más estudios

Ahora la BFR, junto al Instituto Robert Koch, que estudió la difusión de la crisis, y las autoridades de Baja Sajonia evalúan si hacen falta más pruebas y de qué tipo serían estos estudios, en el caso de ser necesarios.

La pista del restaurante Kartoffelkeller, de Lübeck, una de las que se impusieron con más fuerza en los últimos días, también pareció ayer llegar a un callejón sin salida, tras comprobarse que ninguno de los trabajadores fue infectado por la bacteria.

A dos semanas del brote infeccioso, que causó 21 víctimas fatales en Alemania y una en Suecia, Berlín no hizo más que proporcionar explicaciones que fueron desmentidas poco después: primero culpó a los pepinos españoles, luego a las ensaladas embolsadas y por último, y también infructuosamente, a los brotes de soja.

La reacción del gobierno ante la crisis ha provocado duras críticas de la oposición al gobierno de Angela Merkel. De hecho, Renate Künast, presidenta del grupo parlamentario de Los Verdes, cuestionó ayer "la mala gestión de la crisis" por parte del gobierno en una entrevista con el diario Berliner Zeitung.

"Me pregunto qué es lo que están haciendo la ministra de Agricultura y el ministro de Salud", dijo.

Por su parte, Thomas Oppermann, dirigente del Partido Social Demócrata Alemán (SPD), acusó al Ejecutivo de "falta de coordinación",

"No queremos fomentar las especulaciones y en general prestamos atención a las hortalizas crudas y a la higiene", dijo la senadora para la Salud, el Medio Ambiente y la Protección del Consumidor, Katrin Lompscher, del partido La Izquierda. Como si esto fuera poco, Alemania tuvo también que responder las críticas de los vecinos europeos.

En un encuentro con los representantes de Salud de la UE en Luxemburgo, la secretaria de Estado parlamentaria del Ministerio de Salud alemán, Annette Widmann-Mauz, defendió la reacción del gobierno.

"Una buena protección sanitaria debe seguir cada pista", dijo, pese a que el gobierno alemán creó alarma en toda Europa y causó pérdidas al sector frutihortícola al señalar erróneamente como origen de la intoxicación a los pepinos españoles.

Así, los cuestionamientos más fuertes al gobierno alemán vinieron de la ministra de Sanidad de España, Leire Pajín. La funcionaria española expresó ayer en Luxemburgo su "preocupación y rechazo" por cómo se ha manejado la crisis.

"No tenemos ninguna información veraz, probada ni oficial" sobre el origen de la infección, insistió.

Los ministros de la UE discutirán hoy en esta misma sede la posibilidad de subvencionar a los agricultores afectados por la crisis, tal como lo pide España

fuente: sott.net

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